Muchas veces percibimos el placer que nos da saber cosas y como funcionan, aunque esas cosas no tengan absolutamente nada que ver con nosotros, ni, probablemente, nunca tengamos que utilizar de manera operativa ese conocimiento.
Otras veces nos centramos en averiguar el verdadero nombre de las cosas, pero el hecho de poder poner nombre a esas cosas no nos garantiza saber lo que realmente son ni cual es su funcionamiento. En realidad, el conocer qué es algo y como funciona, no tiene absolutamente nada que ver con el ser capaz de ponerle un nombre.